El Castillo de Cedrillas a lo largo de la historia

La precedente conquista cristiana.

Corría el año 1168; era un 19 de diciembre cuando en la villa navarra de Sangüesa, cerca de la frontera de Aragón, se reunían los reyes Sancho de Navarra y Alfonso de Aragón junto con los principales miembros de sus respectivos consejos y séquito.

En el encuentro trataban de renovar, como así lo hicieron, la paz que habían firmado ambos reinos en 1163.

El rey Sancho el Sabio de Navarra, de 35 años, ya experimentado en la política peninsular, conseguía obtener la neutralidad de Aragón, para poder hacer frente al reino de Castilla, que le disputaba los territorios de Álava, La Rioja, Miranda de Ebro, y La Bureba.

 El rey de Aragón no era, por el contrario, más que un niño de 11 años, que había sucedido a su padre el Conde de Barcelona con tan sólo 5 años. Sus consejeros aragoneses eran bien conocidos de los navarros, pues sólo treinta años antes los magnates de ambos reinos lucharon juntos bajo el estandarte del mismo rey, Alfonso El Batallador, “rey de aragoneses y pamploneses”. Por eso, pronto debieron ponerse de acuerdo en que ambos reinos debían buscar más la colaboración que la rivalidad. Uno de los compromisos que adquirieron en el pacto de Sangüesa fue luchar juntos contra moros y repartirse las tierras de Ibn Mardanish, el rey Lobo de Valencia y Murcia.

¿Recordaría alguien en ese encuentro de Sangüesa que exactamente en ese mismo día de hacía cincuenta años, navarros y aragoneses, junto a otras muchas tropas ultrapirenaicas, habían entrado en Zaragoza para ocuparla e incorporarla definitivamente al dominio cristiano?

Efectivamente, un 19 de diciembre de 1118, Zaragoza pasó a manos cristianas; pero también en la misma fecha se debieron rendir plazas y castillos del sur del reino moro. Por ejemplo, Lope Juanes de Tarazona recibía en donación del rey en ese mismo día los lugares y castillos de Aliaga, Pitarque, Jarque (de la Val), Abeja (despoblado entre Galve y Camarillas), Galve, y Alcalá (de la Selva).

El anterior no fue el único magnate que recibió tierras en las agrestes sierras del sureste turolense. Sabemos, por ejemplo, que un tal español de Castellot también tuvo en posesión la plaza de Castellote con el rey Alfonso I. Cella había sido poblada en 1128 por Ato Orella, señor de Sos y de Ricla, que era “tenente” de la plaza de Cutanda.

Pero todas las tierras mencionadas, hasta Herrera (Ojos Negros) Cutanda y Belchite, se perdieron después de la derrota de Fraga de 1134.

 

La conquista y repoblación definitiva.

Al planear ahora en Sangüesa navarros y aragoneses la ocupación de las tierras del rey Lobo, acordaron que los aragoneses recuperaran las tierras que ya habían sido cristianas con Alfonso el Batallador. Entre los lugares que se citan que habían pertenecido a los hombres del Batallador se nombra a los lugares del “Campo de Monteagudo”, Gudar, y Teruel, con sus términos.

También los castellanos de Molina de Aragón pretendían la ocupación de estas tierras, pues el fuero concedido a los pobladores de Molina en 1154 por el conde Manrique de Lara fijaba los límites de expansión de la villa castellana por el sureste, desde El Poyo del Cid, pasando por Peña Palomera, el Puerto de Escorihuela (montaña de Castelfrío), y el Puerto Escandón (entre La Puebla y Teruel), Camarena, Ademuz, hasta el nacimiento del río Cabriel. No debía ser ajeno a estas disputas de expansión territorial el hecho de que el Papa, por una bula de 1158, hiciera donación de las iglesias de Albarracín, Cella, Teruel, Alfambra, Gúdar, Monteagudo, Alcalá, etc., al obispo de Zaragoza.

Después del pacto de Sangüesa, los navarros comandados por Pedro Ruiz de Azagra, que había sido tenente en Estella, ocuparon las tierras de Albarracín. Por las mismas fechas (seguramente en los primeros meses de 1169) se debió ocupar el castillo y el pueblo de Teruel, (que ya había sido atacado por el ejército cristiano en 1166), y debió quedar incorporado a Daroca.

En 1171, los almohades, invasores norteafricanos, destronaron al andalusí rey Lobo. La frontera del reino de Aragón por el sur no estaba afianzada, por lo que en ese mismo año el rey ya nombró un tenente para la plaza de Teruel. Se trataba de cortar el paso a estos temibles guerreros que podían hacer retroceder la frontera como sucediera años antes después de la mencionada derrota cristiana en Fraga.

En el año 1174, el rey de Aragón, con 18 años, casó con la infanta Sancha de Castilla. La boda debió servir para unir lazos con las gentes del reino castellano-leonés. En ese mismo año, un primo de la infanta, el conde gallego Rodrigo Álvarez de Sarria, que había participado en la fundación de la Orden de Santiago en tierra de Cáceres, recibió de Alfonso II de Aragón el castillo y villa de Alfambra, para que se instalase allí con los frailes de la Orden de Montegaudio, de la que era prior en ese momento. El rey de Aragón pretendía robustecer la defensa de la frontera en la sierra de Gúdar atrayendo hacia esa zona instituciones y magnates que pudieran llevar pobladores. A eso se debió que donara el castillo de Alcalá en ese mismo año a los monjes cistercienses de la Gran Selva, de Gascuña; y Gúdar a los canónigos de la abadía de Montearagón, próxima a Huesca, un año más tarde. En la comarca ya otros lugares parece que eran también cristianos: así, Aliaga había sido donada a los frailes del Hospital de San Juan de Jerusalén en 1166, por Sancho de Tarazona (¿descendiente quizá de aquel Lope Juanes que la había recibido en donación real en 1118?).

Pero el impulso repoblador de la zona no vino con las instituciones mencionadas; se debió sobre todo al hecho de desgajar la población de Teruel del territorio de Daroca al que pertenecía, y elevarla a la categoría de villa, concediéndole fueros propios en el año 1176-7, y un extenso territorio que iba desde Martín del Río y Torrelacárcel, por el norte, hasta pueblos como Jérica y Alpuente por el sur. Villel también recibió carta de población en 1180.

Cedrillas, que ya hemos podido intuir debió ser territorio cristiano en tiempos de Alfonso el Batallador, se recuperó de nuevo en las mismas fechas que los pueblos mentados más arriba, y quedó integrado dentro del término concedido a la villa de Teruel. Ninguna cita directa tenemos del lugar hasta entonces. Ello nos hace sospechar que en tiempos de dominación musulmana la fortaleza principal de la zona debía ser el castillo de Monteagudo. Pero esta duda no quedará resuelta hasta tanto no se realicen excavaciones arqueológicas tanto en el castillo de Cedrillas como en el de Monteagudo, o aparezca algún documento inédito que haga una alusión explícita sobre este asunto.

En el momento de la muerte de Alfonso II (en abril de 1196) la frontera cristiana por el sur, siguiendo la vía natural del río Turia, tenía en Villel y lugares circunvecinos su valuarte extremo, que regentaban los frailes de la Orden de Montegaudio, los mismos que poseían Alfambra y Villarluengo, orden cuya casa principal en ese momento estaba radicada en el hospital del Santo Redentor de Teruel. La principal población de la frontera era la villa de Teruel, situada también en extremo, pues más allá del puerto Escandón no había población cristiana. En las sierras de Gúdar-Maestrazgo los castillos y lugares que habían sido conquistados por cristianos eran, pues, Montegudo, Alcalá, Gúdar, Villarroya, y Villarluengo.

Alcalá que había sido donada a los monjes de la Gran Selva en 1174, como ya hemos señalado, recibió carta de población y fueros en 1184. Gúdar, donado a los canónigos de Montearagón en 1175, no debió ser ocupado entonces y quedó posteriormente incorporado a Teruel, que lo pobló después de la conquista de Valencia. Villarroya era de los frailes del Hospital de San Juan desde 1190; y Villarluengo pertenecía a los frailes de Montegaudio desde 1194.

En esos años últimos del reinado de Alfonso II es cuando tenemos la primera cita explícita de Cedrillas. Lugar perteneciente al “Campo de Montegudo”, (el término municipal de orografía plana que abarca desde donde se halla el castillo hasta el linde de El Pobo se sigue denominando aún como “El Campo”), estaba en la frontera extrema en esos momentos.

 

La primera cita conocida: la batalla de Cedrillas de 1191.

Aunque en el año 1177 las tropas de Alfonso II de Aragón ayudaron a los castellanos en el cerco de la toma de Cuenca, y Alfonso VIII agradeció esa ayuda librando al aragonés de cierto homenaje debido, por el año 1191, castellanos y aragoneses mantenían rivalidad por cuestiones fronterizas, y porque el rey de Aragón había apoyado al rey de Navarra en los litigios que navarros y castellanos seguían teniendo. El señorío de Albarracín también era un elemento de confrontación, pues ambos reinos querían que su señor se hiciera vasallo de cada cual.

 A la invasión que navarros y aragoneses hicieron de las tierras castellanas de Agreda, éstos respondieron con otra invasión a tierras occidentales de Aragón, llegando hasta el extremo sur del reino. En Cedrillas se encontraron ambos ejércitos; según dice el Fuero de Cuenca que se conserva en la biblioteca de El Escorial, se produjo el encuentro armado aquí. Es la primera mención del lugar que se conoce. La lista de jueces conquenses, refiriéndose al año 1191 dice que Juan de Rillo fue juez de Cuenca “quando la de Cedriellas”.

En las fuentes aragonesas no se menciona de manera explícita el lugar de Cedrillas. Se cita la comarca: “El Campo de Montegudo”.  Las Crónicas de los Jueces de Teruel dicen: “fue la de Montagudo” o “fue la batalla de las matanças del Campo de Montagudo. Fue preso Don Pero Bermudo et fueron alli vencidos los castellanos”. Era entonces juez de Teruel Asensio Negro.

Otra fuente turolense, los Viejos Anales, hoy perdidos, que se conservaban en el Ayuntamiento de Teruel, y que publicó Antonio Floriano, dicen que en 1191 entraron el rey de Aragón y los navarros con grandes fuerzas en término de Soria; después el rey de Aragón apresó en término de Teruel al castellano don Bermudo con siete mil hombres que habían entrado a cometer estragos en tierras de Aragón por mandato del rey de Castilla.

La otra fuente aragonesa que comenta estos acontecimientos es la Crónica de San Juan de la Peña, que dice que el rey deAragón con un gran ejército invadió Castilla, por lo que su rey se resintió mucho; y éste reunió otro gran ejército en tierra de Soria desde donde comenzó la invasión de Aragón, cometiendo grandes robos y matanzas. Sorprendidos los castellanos por la hueste aragonesa que comandaba el propio rey Alfonso II, fueron vencidos, tomándoles lo que llevaban y apresando a más de 4.000 hombres.

Analizando detenidamente la información que nos proporcionan todas estas fuentes narrativas, vemos que las tropas castellanas entraron en Aragón desde tierra de Soria en represalia por la invasión previa que habían sufrido. Recorrieron toda la línea occidental del reino desde el extremo norte de la frontera de ambos reinos hasta el extremo sur. Cedrillas era, pues, en ese momento, un puesto de vanguardia del reino de Aragón en la frontera sur frente a los moros. Cabe suponer que era un lugar ya fortificado, por el hecho de haber esperado el rey de Aragón a los castellanos aquí. Dice la Crónica de San Juan de la Peña que el rey de Aragón, conocida la invasión del reino por los castellanos se movió con sigilo de donde estaba, y que no paró hasta que se encontró cerca de los enemigos. Esperando el momento propicio los atacó con brío: “no aturó ni posó fasto que fue cerca de los enemigos, et esperando hora convinent firió vigorosament en la huest de los enemigos...”

 

No creemos que el rey de Aragón esperase al enemigo en un lugar desguarnecido. No es, pues, nada aventurado pensar que en ese momento el recinto fortificado de Cedrillas ya se había construido. Tampoco lo podemos afirmar con rotundidad porque la fuente cronística que lo cuenta es mucho más tardía (de la segunda mitad del siglo XIV, aunque se supone que copiaba de una fuente narrativa anterior). Lo que tampoco podemos aclarar por ahora, con la documentación conocida, es si este recinto amurallado de Cedrillas se construyó en ese momento que era lugar fronterizo o ya venía de otros tiempos en los que desempeñó una función similar, (como, por ejemplo, en tiempo de la supuesta ocupación del lugar por los hombres de Alfonso el Batallador). Pero lo más probable es que en el momento de la batalla el lugar ya tuviese unas defensas importantes. Calificamos de batalla el choque armado porque el hecho de neutralizar a cuatro mil enemigos así lo merece. Además, la lista de Jueces de Cuenca señala el suceso dándole la misma categoría que a las batallas de Alarcos o de Vitoria.

 

 Los tiempos de puesto fronterizo de avanzada.

Que el lugar de Cedrillas era un puesto avanzado de frontera en el reinado de Alfonso II lo demuestra el hecho de haberse producido aquí el choque armado de aragoneses y castellanos en octubre de 1191. Que era un lugar fortificado ya, también lo parece, como acabamos de ver, por la información que proporciona la “Crónica de San Juan de la Peña” aludida. Sospechamos que en ese momento quizá dejó de ser el supuesto castillo moro de Monteagudo la fortaleza principal del contorno y pasó a ser Cedrillas el valuarte defensivo más importante de la zona, por su mayor extensión. (El castillo de Monteagudo hoy casi totalmente destruido, deja adivinar, por la extensión de sus cimientos visibles, que debía ser una fortaleza no demasiado grande, parecida a Alcalá de la Selva).

Con el rey Pedro II el territorio cristiano avanza; se produce la ocupación de los castillos musulmanes próximos hasta el límite de la actual provincia de Teruel.

 En 1198, el señor o tenente de Teruel en ese momento, Pedro Ladrón, toma Mora de Rubielos. Así lo debía consignar la primitiva lista de los Jueces de Teruel. Mora fue donada a Pedro Ladrón por el rey en diciembre de 1198.

En junio de 1202 los frailes hospitalarios de Aliaga y Villarroya reciben del rey Fortanete. En ese mismo año son donados al obispo de Zaragoza los castillos de Linares y Puertomingalvo. También en 1202 el rey dona a Berenguer de Entenza la villa de Manzanera.

Rubielos es conquistado por los cristianos en 1203, pues la donación hecha por el rey al obispo de Tarazona años antes (1194) no la había hecho efectiva.

En 1204 Gastón de Castellot recibe del rey la donación del castillo de El Mallo, en término de la que será luego Mosqueruela.

En 1205 los hospitalarios reciben Sollavientos, en término actual de Allepuz. Etc.

Observamos que la ocupación de todos estos castillos de la intrincada sierra de Gúdar se fue haciendo lentamente.

Además, como puso de manifiesto el historiador Antonio Gargallo, la ocupación de los castillos o plazas fuertes de la zona no quiere decir que se repoblase inmediatamente el territorio.

Un interesante documento del archivo diocesano de Teruel del año 1212 señala las iglesias aldeanas de la zona que pagaban el diezmo eclesiástico a las parroquias de la villa. Por él se aprecian aldeas que posteriormente no se documentan, lo que quiere decir que desaparecieron; y otras que no aparecen en el mentado documento fueron luego importantes poblaciones de la comarca, lo que significa igualmente que fueron pobladas en tiempo posterior a esa fecha.

En el documento aparecen las aldeas colindantes de El Puerto de Escorihuela, El Pobo, Montegudo, Chulilla, Malezas, Formiche, Casedón, ...

El Puerto de Escorihuela debió estar localizada en la actual masía de El Portajuelo, al pie de la montaña de Castelfrío.

Chulilla es aldea que se menciona aún en la primera mitad del siglo XIV. La ubicación de sus casas debió estar cercana a la ermita de Santa Quiteria, de Cedrillas. El barranco de la Chulilla, de Cedrillas linda con término de Escriche. Los señores de Escriche parece que también aspiraron a su posesión. La peña de la torre o atalayuela próxima a Santa Quiteria albergaba, como indica el nombre, un puesto de vigilancia de la zona, del que aún quedan restos arqueológicos.

Malezas es otra aldea desaparecida, que ha dejado su nombre en una partida perteneciente al término municipal de El Castellar. La fuente Malezas está cercana a las ruinas del poblado ibérico ubicado en el linde con término de Cedrillas. Sin embargo, El Castellar aún no es mencionado, por lo que cabe suponer que cuando se pobló este último lugar, tal vez se despobló el otro.

Casedón es el nombre antiguo de Escandón, donde hoy está el puerto de ese mismo nombre. La Puebla de Valverde será población posterior.

Cuando muera el rey Pedro en la batalla de Muret de 1213 Cedrillas ya no es un puesto militar fronterizo, pero todavía están por poblar El Castellar, Cabra, La Puebla, Sarrión, etc.

 

Cedrillas en tiempos de Jaime I.

Con el rey Jaime I los pobladores cristianos ya se aventuran a emprender la conquista del reino de Valencia. Cedrillas está entre las aldeas que aportará pobladores a Valencia cuando se conquiste la capital del reino moro. Antes de la conquista tendrá oportunidad de recibir en hospedaje al rey Conquistador.

En el año 1230, Sancho de Ahonés, obispo de Zaragoza, ordena hacer un hospital en el Puerto de Escorihuela, “en el camino que conduce al Campo de Monteagudo”, para que allí fueran atendidos los pobres y caminantes que transitaban la vía. Este obispo tenía buenas razones para potenciar el camino que unía la cuenca del Alfambra con las poblaciones del Campo de Monteagudo, pues desde aquí, seguía el camino que se adentraba en los lugares del hoy Maestrazgo castellonense que los cristianos querían conquista a los moros. El obispo había armado una fuerte mesnada para ir a conquistar tierra de moros, como dice en la Crónica de Jaime I su hermano Pedro de Ahonés, que la comandaba. Hay que tener en cuenta que el obispado zaragozano era propietario de lugares como Cutanda, Jorcas, Miravete, Linares, Castelbispal y Puertomingalvo. Otros magnates aragoneses, y las órdenes militares del Hospital y del Temple tenían también sus bases de partida para sus incursiones en tierra de moros, en lugares que poseían próximos a la frontera; por ejemplo, Blasco de Alagón se apoderó de Morella en 1232 desde sus posiciones fronterizas de la Tierra Baja turolense.

 Las circunstancias de la conquista de esos lugares fronterizos los describe el rey en su crónica:

Don Pedro Fernández de Azagra, señor de Albarracín, nos invitó a que fuesemos a cazar jabalíes, y a que comiésemos con él en una aldea de Albarracín, que se llama Gea, que allí lo encontraríamos. Aceptamos.

Después de comer, a la hora de vísperas (sobre las siete de la tarde) nos llegó un mensaje que peones de Teruel y de la frontera habían tomado Ares. Estaban con nosotros don Pedro Fernández y don Ato Orella; y quien nos trajo el mensaje nos solicitó recompensa por la buena nueva.

Le contestamos que se la daríamos. Don Pedro Fernández no sabía nada de aquella frontera.

Don Ato Orella dijo:

“No tardeis, senyor, que Ares es un buen lugar y muy fuerte, y lo podreis retener frente a todos los moros del mundo; haceos ánimo de cavalgar y no tardeis; yo conozco el lugar y ya vereis cuando esteis allí que os he dicho la verdad”.

Enviamos a Teruel por Fernando Díez, y por Rodrigo Ortiz, y por los caballeros que allí habían, que saliesen a Alfambra a recibirnos.

Partimos antes que oscureciese a Alfambra, y cenamos allí, y les dimos cebada a los caballos; salimos después de medianoche, y al alba estábamos en lo alto del Campo de Monteagudo; traspasamos El Pobo y salimos a Villarroya, que es de los Hospitalarios, y cuando estábamos en lo alto de la sierra, que podía estar a media legua, llegó un ballestero a caballo al galope a decirnos:

“Senyor, os saluda don Blasco y os comunica que Morella es suya”.

Nosotros, al trote y al galope, pasamos el rio de Calderas, y volteamos hacia el río que pasa al costado de Morella...

Vemos que el camino que enlazaba Alfambra y el Maestrazgo era una vía bastante transitada en ese momento.

Cedrillas fue punto de parada real a veces. El camino que siguió el rey en 1235 desde Teruel hasta Peñíscola para conquistarla, lo relata en su Crónica igualmente. Partió el monarca de Teruel sin guías ni adalides, pues dice que conocía el terreno por haber cazado jabalíes en la zona. Al día siguiente estaba en el Campo de Montegudo; y después pasó por Villarroya. Después cruzó el río de la Truchas, (que marca la frontera de los reinos de Aragón y Valencia), tomó la cañada de Ares y se encaminó por San Mateo hasta la localidad costera.

Otro ejemplo: en mayo de 1236 el rey Jaime I y Zeit Abu Zeit de Valencia negociaban en Teruel el apoyo del destronado rey moro valenciano para que conquistara el reino que había quedado en manos de Zaen. El 28 de mayo de 1236 firmaron en Teruel el tercer tratado y la confirmación de los dos anteriores. Al día siguiente, el 29 de mayo, Jaime I concedía a los de Alpuente varias franquicias. Alpuente era una de las localidades que iban a quedar como propiedad de Abu Zeit. El documento está expedido en Cedrillas.Después el rey siguió el camino hacia Burriana, donde se encontraba ya a primeros de julio.

No es el único documento real expedido en el lugar. Cuando el rey hace el camino del Maestrazgo en el año 1259, a la inversa de cómo lo había hecho en 1232, que hemos descrito antes, va desde Cantavieja a Villarroya pasando por Fortanete. Si el 17 de septiembre de 1259 se encontraba el monarca en dicha localidad de Cantavieja, el 18 estaba en Fortanete, el 19 estaba en Villarroya, en Cedrillas el 21; el 23 se encontraba en Mora y Sarrión. Etc, ... El camino real enlazaba en Cedrillas el que venía de Escorihuela con el que iba a buscar el de Valencia por “el esquinazo” de Valbona.

Desgraciadamente estos itinerarios reales apenas proporcionan nada más que la data de estar un documento expedido en un lugar, lo que supone el paso del rey por ese sitio. Imaginamos al rey con su séquito de barones principales del reino, como el señor de Albarracín, Pedro Fernández de Azagra, el mayordomo real Pedro Cornel, don Ladrón, Fernando Pérez de Pina, Pelegrín de Bolas, la justicia Pedro Pérez, etc. que aparecen mencionados en el mentado documento del 29 de mayo de 1236, expedido en Cedrillas.

 La estancia real debía incentivar el ánimo de los aldeanos que deseaban participar en la hueste real. Varios vecinos de Cedrillas participaron en la conquista de Valencia; lo sabemos por el “llibre del repartiment” de dicho reino, donde aparecen recibiendo casas en el núcleo urbano de la ciudad Lázaro de Cedrillas, Domingo Pérez de Cedrillas, Martín Pérez de Cedrillas, Miguel de Cedrillas, junto a otros muchos vecinos de Allepuz, El Pobo, Ababuj, Monteagudo, etc.

Estos datos nada explícitos nos dicen del castillo de Cedrillas; no obstante, resultan sugerentes. Igual que sucede con la noticia de la batalla de 1191, nos inducen a pensar que el lugar de Cedrillas ya era un recinto fortificado donde el rey podía parar y pernoctar con garantía de su seguridad.

 

La primera mención al castillo.

La primera mención al castillo de Cedrillas es una cita indirecta; la tenemos en un documento expedido el 28 de diciembre del año 1291 en Sarrión. Es curioso que sea exactamente cien años después de la primera cita que conocemos por ahora sobre el lugar. Reinaba en Aragón el rey Jaime II desde hacía unos meses. En Castilla Sancho IV había usurpado el trono a sus sobrinos, los Infantes de la Cerda, a quienes apoyaba el rey de Aragón. Eran, pues, otra vez tiempos de enfrentamiento entre castellanos y aragoneses. En años precedentes ya se habían producido encuentros armados. Así, las Crónicas de los Jueces de Teruel señalan que en el año 1289 las milicias del Concejo de Teruel participaron con Diego López de Haro, noble castellano enfrentado a Sancho IV, en la incursión que hicieron en tierras de Cuenca, donde vencieron a sus oponentes del concejo conquense en el lugar de Pajarón. Al año siguiente, es decir, en 1290, de nuevo señalan el enfrentamiento entre tropas del Concejo de Teruel, comandadas por Lope de Gurrea, que era el alcaide del castillo de Albarracín, contra castellanos, en el lugar de Odón.

En estas circunstancias, es lógico que el rey de Aragón tuviera bien guarnecidas las principales fortalezas de la frontera con Castilla, que en el caso de las tierras del suroeste del reino lo constituían las del señorío de Albarracín.

Pedro III había anexionado a Aragón el señorío de Albarracín pocos años antes (1284) por las veleidades pro castellanas de su señor, Juan Nuñez de Lara. Los reyes de Aragón pusieron en este lugar personas de su confianza que aseguraran la tenencia de esta importante plaza militar, cercana a la frontera con Castilla. Uno de los alcaides del castillo de Albarracín en ese tiempo fue Pedro Ximénez de Iranzo.

En el año 1291 Pedro Ximénez de Iranzo fue nombrado justicia y sobrejuntero de Teruel. Era el oficial real que comandaba las tropas en el territorio. En ese año 1291, como señala el documento del Archivo de la Corona de Aragón antes mencionado, el rey ordenaba a la Comunidad de Teruel pagar 1.000 sueldos anuales a este personaje por la tenencia de la alcaidía de Cedrillas, la misma cantidad que se le pagaba siendo alcaide del castillo de Albarracín.

Aunque la cita no señala más detalles, el hecho de ser nombrado como alcaide de Cedrillas, supone que en el lugar existía una fortaleza con guarnición militar.

 El ambiente bélico que se vivía en esos momentos es constatable por algunos documentos coetáneos.

En junio de 1292, habitantes de las aldeas de la Comunidad de Teruel obtenían del rey permiso para no estar más tiempo del necesario, porque se acercaba el tiempo de acudir a la recolección de sus cosechas, en la toma del castillo de Alcalá de la Selva, que el monarca había mandado integrar en dicha Comunidad.

En ese mismo año doña Oria de Cedrillas solicitó el amparo del rey para que le reintegrasen su cabaña ganadera que le habían apresado los de Cañete cuando los de Teruel rompieron la tregua que habían firmado castellanos y aragoneses. Una cabaña que no era nada despreciable, pues reclamaba 110 vacas, 17 yeguas, 10 bueyes, 18 añejos, 15 becerros, 3 potros, y 3 mulatos. La falta de más información en este documento no nos permite afirmar con rotundidad que esta propietaria fuera vecina de Cedrillas, y que el robo de su ganado se hubiese producido en el lugar, aunque parece lo más probable.

¿Pudo producirse la incursión de los castellanos que robaron el ganado mientras los vecinos del lugar estaban en el sitio del castillo de Alcalá?

Por esos años la comarca estaba en desasosiego constante, pues a lo anterior se unía la rebelión del noble Artal de Alagón que amenazaba las poblaciones de la zona. En mayo de 1293 el rey ordenaba al sobrejuntero de Teruel, Pedro Ximénez de Iranzo que preparara las tropas para defender la comarca de las amenazas del noble rebelde.

Otros documentos de años sucesivos próximos aportan más indicios de que Cedrillas era un lugar bien guarnecido. En octubre del año 1300, en el viaje que el rey hacía con un séquito de más de cincuenta personas desde Calatayud a Valencia, donde había convocado la hueste para ir a la frontera del reino de Murcia, les fue notificado a los lugares por donde iba a pasar la comitiva real, que tuviesen preparado lo necesario para la cena real. El rey pensaba hacer parada en Miedes el primer día de la semana; el martes pararía en Ferreruela; miércoles en Bea; viernes en Montalbán; sábado en Son del Puerto; y domingo en Cedrillas.

Este itinerario parece que fue elegido por el rey por estar más alejado de la frontera con Castilla. En todo caso, parece que Cedrillas ya era en ese tiempo un lugar bien guarnecido, donde el rey y su séquito podían hacer parada sin estar en riesgo su seguridad, mientras otras importantes poblaciones, como Cella, estaban amurallando la población entonces porque habían padecido grandemente la guerra con Castilla.

Unos pocos años más tarde aún había poblaciones importantes de la Comunidad que estaban construyendo sus murallas, como Sarrión, que levantaba sus muros y fortificaciones en 1322, pese a que ya en 1300 había recibido autorización del rey para que gastasen la mitad de las primicias en la reparación del castillo y fortificaciones y la otra mitad en construir la iglesia.

En el reinado de Alfonso IV, Cedrillas también fue en algún momento lugar de predilección real, pero por diferente motivo. En septiembre de 1333 el rey ordenaba que los términos de Cedrillas y Valdelinares estuviesen reservados para la cabaña ganadera de su esposa la reina Leonor. No cabe duda, que esta decisión debía estar motivada por la abundancia y calidad de pastos de ambos lugares; pero pensamos que Cedrillas también tenía la ventaja de la protección de su recinto amurallado en caso que los ganados tuvieran que buscar refugio, como sucedió en época posterior.

También sabemos que el lugar fue centro de reunión de algunas asambleas comunitarias o “plegas” donde se acordaron importantes asuntos para la Comunidad de aldeas de Teruel, a la que pertenecía Cedrillas.

Por ejemplo, en una de esas plegas, el 10 de diciembre de 1324, se reunieron en Cedrillas los regidores de sesma o sesmeros para nombrar procuradores de la Comunidad que defendiesen los intereses de las aldeas en el litigio que tenían frente al Concejo de la villa.

En septiembre de 1333 otra vez estaba reunida la plega en Cedrillas que nombró a Ramón Zaera, vecino de Mosqueruela, su representante en el nuevo pleito que las aldeas sostenían frente a la villa de Teruel. En ambos casos, los representantes de las aldeas consiguieron ciertas ventajas frente a Teruel a través de las sentencias dictadas por los reyes.

Desgraciadamente, los documentos sólo aluden a que la reunión se hacía en Cedrillas, pero no aportan más detalles.

Estas reuniones o plegas de Cedrillas no supusieron ninguna cosa excepcional, pues cada año se reunían los representantes de las aldeas en una de ellas; en el transcurrir de la larga vida de la Comunidad de Teruel hubo reuniones en todos los lugares. Si se recuerdan estas dos reuniones es porque en ellas se adoptaron decisiones que luego dejaron marca en la historia de la Comunidad. La primera de las plegas citadas corresponde a una reunión extraordinaria, donde sólo acostumbraban participar los sesmeros o regidores, que eran seis en total, pues seis fueron también las sesmas o circunscripciones en que se dividía la Comunidad. Cedrillas estaba integrada en la sesma del Campo de Monteagudo, que la formaban además los lugares de Montegudo, Mosqueruela, Allepuz, Camarillas, Ababuj, Gúdar, Aguilar, El Pobo, y Valdelinares.

Las otras sesmas de la Comunidad eran las del río Martín, río Cella, Campo de Visiedo, Rubielos, y Sarrión.

La segunda de las plegas citadas es una plega ordinaria o de San Miguel, por celebrarse en fecha próxima a esta festividad, donde cada lugar enviaba un representante o dos con sus cartas credenciales para la asamblea general que aprobaba las cuentas   presentadas por el Procurador General saliente; y nombraba uno nuevo, al terminar el mandato de quien presentaba sus cuentas.

De la misma forma que Cedrillas fue en muchas ocasiones lugar de reunión de dicha plega general, también fue elegido muchas veces Procurador General de la Comunidad algún vecino del lugar.

 

En la guerra de los Pedros.

El castillo de Cedrillas cobra protagonismo otra vez en una nueva guerra contra Castilla.

La segunda mitad del siglo XIV fue una época de crisis aguda en Europa Occidental. A la “Peste Negra”, que asoló muchos países, llevándose mucha población, como en Aragón, donde perecieron un tercio de sus habitantes, se sumaron las frecuentes guerras entre reinos y territorios vecinos.

Los reyes Pedro I el Cruel, de Castilla, y Pedro IV el Ceremonioso, de Aragón, sostuvieron uno de esos enfrentamientos que tanta desolación llevaron a sus súbditos.

La guerra comenzó en 1356; y en los primeros tiempos de la contienda no parece que afectó grandemente a las tierras de Teruel, sino todo lo contrario, pues la Crónica de los Jueces de Teruel señala que en el año 1359 las tropas del Concejo de Teruel con el Justicia a la cabeza hicieron incursiones en tierras castellanas, llegando a capturar cerca de Alarcón unas15.000 cabezas de ganado. Ante la gran acumulación de tropas castellanas en la frontera de Molina, el rey mandó que los ganados de la ciudad de Teruel y sus aldeas se pasasen al Campo de Monteagudo.

En 1361 se firmaron treguas, que pronto rompió el castellano.

En 1362, la mencionada crónica dice que fue año de gran mortandad en Teruel. En ese año la parte occidental del reino, desde Calatayud, fue invadida por los castellanos de Pedro el Cruel, que tomó todas las principales poblaciones, a excepción de Daroca y Albarracín.

Teruel fue sitiada el 24 de abril de 1363, y tomada el 3 de mayo del mismo año. La caída de Teruel propició la ocupación de todas las demás poblaciones importantes aledañas al camino real de Valencia: Jérica, Segorbe, Sagunto, etc. Pedro I de Castilla, camino de Valencia, dejó guarnición en Teruel, que controló una parte del territorio, pues aldeas y lugares de cierta relevancia, como Montalbán, Mora, Sarrión o Mosqueruela permanecieron leales al rey de Aragón. Pero los castellanos hicieron incursiones y quemaron aldeas que no se les habían sometido, del Campo de Visiedo y del río Martín. No abandonaron la ciudad de Teruel hasta el 5 de abril de 1366.

De esos tres años de ocupación castellana de Teruel no tenemos noticias sobre lo que pudo ocurrir en las aldeas del Campo de Montegudo; por tanto, no sabemos si Cedrillas fue ocupada también o se mantuvo fiel al rey de Aragón como lo hizo Mora, por ejemplo.

La rendición de la ciudad de Teruel a los castellanos trajo consecuencias importantes en la organización política y administrativa de la Comunidad de Teruel. El rey Pedro IV quitó a Teruel los fueros y el título de ciudad. Por el contrario, premió la lealtad de las aldeas, dando título de villas a La Hoz de la Vieja, Sarrión, Rubielos, y Mosqueruela. La negociación que mantuvieron con el rey una delegación de hombres buenos de Teruel, que justificaron su pronta rendición por no haber recibido el suficiente apoyo de las aldeas, hizo que el monarca les devolviera los fueros y el título de ciudad que había concedido en 1347 por su ayuda en las guerras de la Unión. Suprimió el título de villa de Sarrión, Rubielos, y La Hoz, pero mantuvo el de Mosqueruela, que lo retuvo ya siempre. Aunque parece que las aldeas de la Comunidad acabaron perdiendo frente a la Ciudad una vez más, las concesiones que habían recibido del rey, aunque fuera por breve tiempo, marcaron un punto de inflexión en las relaciones entre Comunidad-Ciudad. Desde ese momento las aldeas de la Comunidad ya no aceptaron unas relaciones de completa sumisión al Concejo de Teruel, e iniciaron un largo proceso de emancipación que tuvo su momento álgido en tiempos del rey Alfonso V, quien en 1441 otorgaría a la Comunidad de Teruel la plena jurisdicción civil y criminal (aunque luego se volvió a rebajar en el reinado de Juan II).

A nivel militar también tuvo repercusión la ocupación castellana de Teruel. El rey mandó que fueran reparadas las principales defensas de la ciudad. Se reconstruyeron o se hicieron nuevas torres, murallas, adarves, aljibes, etc.

En la comarca cobró importancia como plaza militar la villa de Mora, que fue adquirida por los Fernández de Heredia. El patriarca de esta familia fue Juan Fernández de Heredia, que había sido comendador de Alfambra, fue castellán de Amposta, y alcanzó el máximo grado de su Orden, maestre de Rodas. Este hospitalario compró para su familia Mora y Alcalá de la Selva; emparentado con los Lihorí, que poseían varios lugares de la rivera del Turia, aguas abajo de Villel, consolidaron un linaje nobiliario entorno a la casa de Mora, cuyos sucesores fueron frecuentemente quienes recibieron del rey el encargo de ser capitanes reales en las tierras de Teruel y su Comunidad.

 Fray Juan Fernández de Heredia fue el militar de confianza de Pedro IV nada más terminar la ocupación castellana de Teruel. Mandó construir la nueva fortaleza de Mora, y las construcciones defensivas de Teruel, como los aljibes de la plaza, obrados en 1373, o las torres de la Puerta de Zaragoza, hechas en 1379.

Se pretendía que no volviera a suceder una situación semejante a la vivida años antes, pues las relaciones con los castellanos seguían tensas. Con la usurpación del trono de Castilla por Enrique de Trastamara, que había sido aliado de Pedro IV, parecía que la normalización de relaciones entre ambos reinos se iba a lograr. Pero no fue así.

En 1369, según el cronista Zurita, los castellanos volvían a amenazar de nuevo las tierras de Teruel, por lo que el rey mandó que se fortificaran y abastecieran los lugares que estaban en defensa: Arcos, Sarrión, Albentosa, Rubielos, Mosqueruela, el castillo de Cedrillas, Perales, Camarillas, Bueña, y Cella. Estas noticias nos demuestran el valor estratégico que tenía Cedrillas en los momentos de enfrentamiento con los castellanos, pues era un lugar del interior al que los enemigos no tenían acceso tan fácilmente. Pero eso no impedía que llegasen hasta aquí.

A finales de 1374, y primeros días de 1375, los mercenarios franceses al servicio de Castilla, comandados por Jofré Rechon, incursionaron en tierras aragonesas que depredaron. Por las Crónicas de los Jueces de Teruel sabemos que corrieron la comarca desde El Pobo hasta La Puebla. Por otras fuentes sabemos que causaron grandes daños en lugares próximos como Allepuz, Monteagudo o Alcalá de la Selva, cuyos castillos y casas fueron destruidos y quemados. Apresaban a la gente, que debía pagar fuerte rescate para su liberación, como le sucedió al vicario de la iglesia de Monteagudo; quienes se resistían eran mutilados; así le ocurrió a un vecino de Cedrillas a quien cortaron las manos. Los de Cedrillas se refugiaron tras sus defensas con ánimo de defenderse bien, como lo demuestra el hecho de solicitar al Procurador de la Comunidad, vecino de La Puebla de Valverde, el envío de 300 saetas o pasadores de ballesta y de 50 hombres que los socorriesen.

Por entonces el lugar de Cedrillas contaba con 68 hogares que pagaron el impuesto del morabetín. Estudios demográficos recientes señalan que lugares como Cedrillas, El Pobo, Allepuz, etc., sufrieron por las epidemias y la guerra una atroz disminución de sus pobladores, que los redujo a la mitad.

 

Cedrillas en el siglo XV.

De la primera mitad del siglo tenemos algunos documentos sobre la localidad, pero apenas aportan noticias sobre cómo pudo ser la aldea en aquel tiempo.

Sabemos que la iglesia estaba dedicada a Santa María. Desde los primeros tiempos del siglo XIII la iglesia de Cedrillas pertenecía al grupo de aldeas que debían pagar sus diezmos a San Salvador de Teruel; en 1423 fue erigida vicaría perpetua e incorporada al deanato de la colegiata de Santa María, de Teruel, cuyo dean era en ese momento Diego Navarro, que anteriormente había sido rector de la iglesia de Cedrillas.

De este mismo clérigo se conserva un documento de 1418 por el que compra dos terceras partes de una casa que estaba próxima a la iglesia y a la plaza de Santa María, en dicho lugar de Cedrillas. También otro documento del año 1435 cita el cementerio de la iglesia de Santa María, donde deseaba ser enterrada Pascuala Marco, vecina del lugar.

La escasez de datos que aportan estos documentos no nos permite afirmar con rotundidad que dicha iglesia estuviese situada dentro del recinto amurallado del lugar, aunque parece lo más lógico. La duda nos viene por la abundante presencia de huesos y restos humanos que aparecen en la ladera sur, fuera del recinto, a unos 50 metros de la puerta de entrada, que parecen indicar que allí hubiese un cementerio. Como sea que en la Edad Media los cementerios de las iglesias estaban contiguos o próximos al templo, esta incógnita no es posible resolverla por ahora, mientras no se tengan más datos documentales o por medio de excavaciones arqueológicas que demuestren que esos restos pertenecen a otra época.

Sabemos también que existía una casa perteneciente a la cofradía del lugar, donde en 1446 se celebró una “plega” o asamblea de la Comunidad de gran trascendencia que acordó pagar al rey 40.000 sueldos por la confirmación de la jurisdicción.

La segunda mitad del siglo resulta más abundante en noticias por ser los tiempos más convulsos.

La inestabilidad en las aldeas frente a la Ciudad se hizo patente en el año 1441 por la obtención de un privilegio del rey Alfonso V que les concedía a la Comunidad la jurisdicción civil y criminal, lo que suponía la independencia de los aldeanos respecto de la Ciudad. Esta independencia fue contestada por el Concejo de Teruel; pero el rey volvió a confirmar los privilegios de la Comunidad en 1446. La obtención de este privilegio y su confirmación económicamente costó muy caro a los aldeanos como se ha visto. Las aldeas levantaron horcas en sus lugares como signo de plena jurisdicción, pero el Concejo de Teruel fue a derrocarlas en los lugares que las habían puesto; llegando a lugares como El Pobo, por ejemplo, de donde era ese año el Procurador de la Comunidad.

En marzo de 1448, el lugarteniente del reino, el príncipe Juan, hermano del rey, dictó una concordia entre Ciudad y Comunidad de aldeas para que un año fuese juez de todo el territorio un aldeano, y otro año un ciudadano. Pero el rey desautorizó la componenda, manteniendo la plena jurisdicción a las aldeas, por lo que siguió el enfrentamiento con la Ciudad.

En marzo de 1451 tropas de las Comunidades de Teruel, Calatayud y Daroca pusieron cerco a la Ciudad desde los llanos de San Cristóbal.

 En agosto de 1457 el juez de la Ciudad arrestó al juez de la Comunidad, y sólo la intervención de la reina resolvió provisionalmente la cuestión.

Hasta 1460, reinando ya Juan II, no se resolvió el litigio entre Ciudad y Comunidad, volviendo la jurisdicción a la Ciudad, pero nombrando jueces ambas partes en años alternativos, como se había dispuesto ya en 1448.

Pero si la subida al trono de Juan II resolvió el litigio entre Ciudad y Comunidad de aldeas, encendió otro que no iba a ser menos dañino. Empezó con el enfrentamiento abierto entre el rey Juan II y su hijo Carlos, sucesor al trono en Navarra tras la muerte de su madre, la reina titular. Juan II se resistió a entregar el poder al Príncipe de Viana, y cuando murió este, se produjo un levantamiento en Barcelona que arrastró a la rebelión de casi todo el territorio del Principado de Cataluña en 1462. El conflicto se extendió por diez años, pues el rey de Castilla apoyaba a los rebeldes catalanes, y en Navarra, Aragón y Valencia varios nobles poderosos, como Juan de Beamont, o su pariente Juan de Hijar, o el señor de la baronía de Arenós, Jaime de Aragón, se pusieron en contra del rey.

Juan de Híjar se apoderó de fortalezas como Aliaga, que pertenecía a los Hospitalarios. En el sur de la Comunidad, un vecino de Rubielos, Antón Navarro al servicio del señor de Arenós se apoderó de Albentosa desde donde asaltaba a los viajeros que hacían el camino de Valencia. En apoyo de estos rebeldes entró por tierras de Teruel el alférez mayor de Castilla, Juan de Silva, conde de Cifuentes, que con una tropa de unos novecientos jinetes corrió las tierras de Teruel apoderándose de Rubielos y Sarrión. Las autoridades de la Comunidad eran fieles al rey. Según Zurita, este Juan de Silva quemó las aldeas de Albentosa y Cedrillas. No sabemos si la devastación fue de las casas del pueblo o de las cosechas del campo. Pero bien pudieron ser las dos cosas.

Pese a que el castellano se retiró pronto, la tranquilidad no volvió a la comarca. La Comunidad por ese tiempo estaba también enfrentada a Francisco Zarzuela III, señor de Jérica, y a su hermano Miguel, señor de El Toro, que había quemado la aldea de Torrijas. Para hacer frente a éste acudieron tropas de las Comunidades de Daroca y Calatayud, que a su paso por la aldea de Cedrillas recibieron alojamiento.

Para sostener la guerra en Cataluña el rey no cesaba de reclamar nuevos tributos, que las autoridades comunitarias tenían que atender. El reparto de estas cargas fue protestado por algunos que consideraban que pagaban igual los ricos que los pobres en lugar de hacerse una distribución proporcional a los bienes de cada cual. La protesta de los aldeanos estuvo encabezada por un vecino de Cedrillas, Francisco Gómez, que fue jurado del lugar en varias ocasiones. Como no fueron atendidas sus reclamaciones, la protesta pasó a tumulto armado, cuando fue encarcelado el cabecilla de la revuelta en Rubielos. Ocurría esto a finales del año 1472 y principios del año siguiente. Pero también en ese año el lugar de Cedrillas había tenido acantonadas tropas de la Comunidad para hacer frente al señor de Escriche, que en ese momento era Francisco Martínez de Marcilla. Este vecino de Teruel, y su hermano el Comendador de Alfambra, fray Alfonso Martínez de Marcilla, eran los cabecillas del “bando de los Marcillas”, que en la ciudad de Teruel y sus aldeas mantenía un enconado enfrentamiento contra sus rivales del “bando de los Muñoces”, Francisco y Luis Sánchez Muñoz, señores de la baronía de Ayódar. El reinado de Juan II fue, pues, una época convulsa y de falta de un poder real fuerte, que hizo que la anarquía desestabilizara la vida de la gente más débil.

Con la ascensión de los Reyes Católicos al trono llegó la estabilidad. Con ésta, se debió sentir la inutilidad de tener ubicadas las casas del vecindario en lo alto de una roca. En 1495 el lugar contaba con 89 casas. En la nómina de vecinos del pueblo se nombran cuatro clérigos; un herrero, un tejedor, un cardador, y dos barberos. Se sabe que en el lugar había también carnicería y hostal. Se supone que la mayor parte del resto de los habitantes se dedicaba a la ganadería y agricultura. Parece que era muy importante la producción de lana. Quizá por esta actividad debía ser que en Cedrillas figurase una aduana donde la Diputación del Reino cobraba impuestos de la sobrecullida de Teruel.

 Se precisa tener más datos de los que poseemos ahora para saber cuándo se hizo el traslado del pueblo a la zona más baja; pero se supone que debió hacerse a lo largo del siglo XVI, y tal vez se fue haciendo de manera paulatina. Los edificios más antiguos que conserva actualmente el pueblo, la ermita de El Santo, la fuente, la casa del lugar o ayuntamiento viejo, así como la iglesia, son de ese siglo.

Cuando en 1610 visitó el pueblo el portugués Juan Bautista de Labaña, que estaba recogiendo datos para hacer un mapa del reino, el pueblo contaba con unos 300 vecinos, y ya estaban ubicadas las casas en la ladera del castillo.

Para finalizar, durante la última guerra civil, el lugar fue sometido a un bombardeo del que se conservan varios socavones en los aterrazamientos del terreno por debajo de las murallas, y al parecer se instalaron en ellos también algunos nidos de ametralladoras.

 

SI QUIERES CONOCER LA INTERVENCIÓN QUE REALIZAMOS EN EL CASTILLO SÓLO TIENES QUE BUSCARLA EN NUESTRA WEB.