¿Cuánto cuesta un buen proyecto de arquitectura?

Sobre este espinoso tema se habla mucho, pero nunca está de más volverlo a poner encima de la mesa.

Así que, si quieres darle una vuelta al asunto, no tienes más que seguir leyendo.

Ser arquitecto es vivir en servicio a la sociedad. Todas las personas del mundo están continuamente en contacto con edificios; sin embargo, no parece que la opinión general sobre quienes hacen estos edificios sea muy favorable. Así, en principio, los arquitectos autores de los mismos, no son de interés de la mayoría de la gente. Mucho menos nuestros problemas o batallas. Es más, casi siempre que pasamos a primer plano, lo más probable es que sea para ser vapuleados.

Este hecho, triste pero cierto, debiera ser eje central de actuación de colegios y Consejo, para intentar, poco a poco, lavar la cara a la profesión y que se entienda en su justa medida que somos realmente necesarios y hemos de cobrar en consecuencia.

Como se nos recuerda en el blog de La hora del arquitecto,

“Desde 1922 el Estado tarifaba los honorarios mediante Decretos estatales que el Arquitecto debía cobrar por su trabajo. Esto sucede hasta el año 1997, en ese momento, el referente de los Honorarios de los Arquitectos era el Real Decreto 2512/1977 de 17 de junio por el que se aprueban las tarifas de Honorarios de los Arquitectos en trabajos de su profesión. (Parcialmente derogado por la Ley 7/1997 de medidas liberalizadoras).”

Sin embargo, la realidad hoy es bien distinta y cada uno ha de sacarse las castañas del fuego, como pude.

A su vez, nosotros, y otras profesiones, como por ejemplo los maestros y profesores, salimos siembre bastante mal parados en temas de pasta. Este hecho desgraciado no ocurre en otras profesiones que son estupendamente valoradas por la ciudadanía y no tienen ningún problema con su tarifa de honorarios. Por poner un ejemplo concreto, si alguien va al dentista asume que no estará más de media hora y que un billete de 50 euros, por lo menos, tendrá que apoquinar por sus servicios. No hay ni anteproyectos ni regateos; vas, te hacen lo que sea, y te vas pagando religiosamente.

Muy por el contrario, a los arquitectos nos ningunean y nos humillan de manera sistemática. Esto ocurre desde que llegó la crisis y cada vez se ha ido haciendo más evidente.

Antes del estallido de la burbuja, se podía cobrar un diez por ciento del PEM por el proyecto y luego, además, la dirección de obra que podía ser un tres por cierto de ese mismo PEM.

Es decir, si estábamos hablando de una casa que podría tener 200 metros cuadrados y el PEM se estimaba en 1.000 euros el metro cuadro, teníamos un Presupuesto de Ejecución Material de 200.000; por lo tanto, y seguimos con números redondos, los honorarios del arquitecto venían a ser de 20.000 euros.

Y alguno dirá ¡¿20.000 euros por hacer unos dibujos?! No, 20.000 euros por hacer realidad un sueño y, sobre todo, por muchas horas de curro, saber el oficio y asumir una responsabilidad de locos.

Vamos por partes, estos honorarios, en un proyecto bien hecho, daban un beneficio normal para el autor del proyecto, los gastos -tanto si subcontratas parte del proyecto, como si son horas del proyectista o un colaborador del estudio-, son tantos que el margen real de ganancia no era mucho.

A día de hoy, en plena crisis y con todos a una con el lema de navajazos por un chándal, nos encontramos con que quizás te veas muy contento con cobrar un 7% del PEM. Con lo cual, si el proyecto se quiere hacer con la misma calidad que antes, no hay margen de ganancia. A partir de ahí, si se sigue bajando, se acaba cobrando la hora a precio de risa. El caso más vergonzante es cuando se hace el proyecto casi gratis, con la idea de que como no tengo otra cosa, me agarro a un clavo ardiendo; es decir,

En este sentido, Ricardo Velasquez, comenta en su blog, no sin parte de razón:

“Creo que el título habla por sí mismo, deberíamos juntarnos para exigir que se pagasen unos honorarios mínimos, sea cual sea el profesional que realice el trabajo, por el tipo de trabajo que se desarrolle. Al final tenemos que pagar unas facturas mínimas que inexorables todos los meses llegan y han de ser abonadas…Y esas sí que no bajan su importe, ni las puedes regatear, ni las puedes evadir (…)”

La realidad es que, somos una profesión sin músculo en temas de marketing y ventas; de hecho, estas palabras siguen produciendo sarpullido en demasiados arquitectos. Hasta hace cuatro días, teníamos prohibido publicitarnos y la abundancia de trabajo y la existencia de unos honorarios mínimos hacían que estuviéramos la mar de relejados.

Sí, ya…que lo que tendría que volver es esa maravillosa tabla de honorarios mínimos; pues, seguramente, sí, pero la realidad es que nunca volverá y hay que capear el temporal con lo que hay. La hay en Alemania y en el resto de la mayoría de países de Europa, los arquitectos están mucho mejor valorados –en todos los sentidos, también en el económico-.

Como nos recuerdan desde el CSCAE, en un estudio comparativo de honorarios profesionales en Europa:

“La situación actual de los honorarios profesional del arquitecto en España ha conducido al Consejo Superior a realizar un estudio comparativo con países europeos cercanos de referencia, como pueden ser Francia o Alemania para buscar criterios que permitan interpretar la remuneración de nuestro ejercicio profesional en relación a los honorarios, frente a la situación existente.

El objetivo es enmarcar la realidad de los honorarios de los arquitectos españoles en el ámbito europeo para poner de manifiesto una circunstancia de sobre conocida: la baja remuneración que perciben los profesionales de la Arquitectura en nuestro país en relación a la cantidad y la calidad del trabajo que desempeñan y las responsabilidades que adquieren. (…)”

Aun así, esta historia, puede ser todavía peor cuando el PEM con el que haces el porcentaje no es un PEM real o no es el PEM necesario para construir con dignidad. Es decir, te medio obliga el cliente a poner precios más bajos en tu presupuesto, con, por un lado, la idea, de que los constructores hoy tiran los precios –como el propio arquitecto- y, por otro lado, al tener menos PEM, se paga menos licencia. Vaya… ¡de locos!

Todo ello, por si fuera poco, lleva a que, por ejemplo, si luego hay un problema en la obra, tu aseguradora te dirá “a ver chaval… que lo que tú has dicho que vale la obra es un 70 % de la realidad”, y, por supuesto, el problema se agrava de manera desproporcionada.

Además, cuando cliente vaya a investigar un poco cuánto se paga al arquitecto, googleará y llegará a multitud de páginas que le están diciendo que con un 5% va que chuta -podéis hacer la prueba-. A modo de ejemplo, rescatamos estas palabras, vistas en uno de estos blogs:

“Los honorarios del arquitecto para la redacción del proyecto básico y de ejecución dependen de la complejidad y superficie de la vivienda, y suelen rondar el 4-6% del presupuesto de ejecución material.”

Porque, no nos olvidemos que, no solo nos pagan por lo que sabemos, o por ser arquitectos y habernos pegado seis años de infarto, ni por las horas –siempre muchas más de las que parecen- que metemos en el proyecto; nos pagan, también, por asumir una responsabilidad que quita el hipo. Esto es una vergüenza; para los que leáis este post y no seáis arquitectos, recordar que todos los trimestres el arquitecto, además de su colegio, su hermandad y tal, paga un fijo (más bien alto, si quieres dormir tranquilo) y luego otra cantidad (dro) por cada obra a su aseguradora.

¿Os imagináis al dentista del principio del post haciendo un seguro por cada diente que te empasta? No, verdad. Tampoco se lo imaginan respondiendo de ese empaste a los 10 años de haberlo hecho.

Pues nosotros, los arquitectos, sí; eso hacemos y si ya era cruel antes de la crisis, cobrando decente, ahora, con la profesión al borde del precipicio, es algo que roza lo sádico. Por si fuera poco, cuando te jubilas, no se soluciona el problema, te retiras y a seguir pagando religiosamente durante diez años, si no quieres tener problemas -tú o tu descendencia en caso de que te vayas en esos años para el otro mundo-.

Pero bueno… vamos terminando. Si cobrando ese diez por ciento de un PEM real, del que hablábamos al principio del post, estamos convencidos de que los servicios de un buen arquitecto, para nada eran caros ¿Qué nos pasaba que nos costaba tanto explicarlo a la sociedad y que se nos entienda?

Un mal arquitecto, o buen arquitecto con poco tiempo –lo que viene a ser parecido-, no dan garantías de ejecutar un proyecto lo suficientemente bueno para que no de problemas. De hecho, pagar pocos honorarios al arquitecto, será el mejor garante de problemas en la obra. Y la obra es muy compleja, aun cuando todo va bien; así que, mejor sería no tentar la suerte. Si lo barato suele ser caro en este caso, mucho más.

Vaya… que este post puede parecer una pataleta, pero creemos que es mucho más que eso. Hoy más que nunca, necesitamos medidas urgentes; primero, para que se entienda nuestro trabajo y, en consecuencia, lo que cobramos por él por la sociedad, y, segundo, porque directamente nos lo debemos a nosotros mismos.

La arquitectura es una disciplina demasiado importante como para dejarla de mano del mercado. Sin arquitectura, arquitectura de la buena, sin buenos proyectos, todos perdemos; los arquitectos mucho, pero mucho más la sociedad.

 

Autores del texto: Agnieszka Stepien + Lorenzo Barnó.